La frase de la semana.



“La guerra es crueldad. Es inútil tratar de reformarla. Cuanto más cruel sea, más pronto terminará”. General William T. Sherman.





Del general Sherman se ha dicho que más allá de sus condiciones militares y de sus muchos errores y mediocridades, en gran parte pasó a la historia a través de sus palabras. Hacia fines de 1863, durante la campaña de Knoxville, una mujer increpó a Sherman, en ese momento Comandante del Ejército de Tennessee, por los saqueos de sus soldados. Se dice que la frase transcripta fue precedida por una afirmación de Sherman: “Señora, mis soldados tienen que subsistir aun cuando, para mantenerse, toda la región deba ser devastada…” No en vano, a lo largo de su vida, y a partir de 1863, Sherman cada vez que lo consideró necesario usó su frase más conocida: “La guerra es el infierno”. Casi un año después llevaría a cabo su famosa “marcha hacia el mar”, desde Atlanta a Savannah, en el estado confederado de Georgia. Al iniciar esta acción, considerada por muchos historiadores como decisiva para la destrucción del esfuerzo de guerra del Sur, llevada a cabo con extremo rigor,  Sherman dijo: "Me propongo demostrar la vulnerabilidad del Sur y hacer que sus habitantes sientan que 'guerra' y 'ruina individual" son sinónimos".
© Rubén A. Barreiro 2014
La frase de la semana.


“Mi centro está cediendo, mi derecha se retira. Situación excelente. Ataco”. Mariscal Ferdinand Foch 


Se atribuye esta frase a quien en ese momento se encontraba al mando del Noveno Ejército francés, empeñado en la lucha colosal de la primera batalla del Marne. Hacia el 8 de septiembre de 1914, el avance alemán parecía progresar inconteniblemente, Foch, en sus memorias, expresa que no era sino por la ofensiva que se impediría tal progreso, quebrando la iniciativa enemiga. Y así fue. Pero la frase en cuestión, al menos como circula, no habría sido dicha. En 1920, el ya Mariscal Foch, fue incorporado como uno de sus “Inmortales” a la Academia Francesa. Pronunció el discurso de rigor, que fue contestado por Raymond Poincaré el 5 de febrero de 1929 (Poincaré había sido presidente desde 1913 y cesaría en su mandato pocos días después de su discurso en la Academia.) Dijo en el mismo, y al respecto de la frase atribuida a Foch: “Cuenta la leyenda…que en esas horas críticas usted [Foch] envió al generalísimo [Jofré] ese mensaje singular: ... [la frase en cuestión]. Serios autores han dado por auténtico ese mensaje. Nunca he tenido el valor de desengañarlos. Si usted jamás ha escrito esas optimistas palabras, usted las ha pensado aún mejor y las habéis traducido en actos”.
© Rubén A. Barreiro 2014

"El día 11, del mes 11, a las 11 horas"

A 96 años del Armisticio de 1918


El 11 de noviembre de 1918, a las cinco de la mañana, hora francesa, el Mariscal Ferdinand Foch en representación de las potencias aliadas y la delegación alemana presidida por el Secretario de Estado Mathias Erzberger, suscribieron la Convención de Armisticio, por la cual, transcurridas seis horas, cesarían en el Frente Occidental todas las hostilidades tanto en tierra como en el aire. En el mar, tales hostilidades cesarían de inmediato. 

La Gran Guerra concluía de esta manera. Pero no pudo hacerlo sin que en sus últimas horas se reprodujera con crudeza la constante de esos cuatro años, en los que en el Frente Occidental el promedio de bajas diarias fue de alrededor de 7.000, de los cuales 2.250 fueron muertes… 

 “De acuerdo con las estimaciones más conservadoras, durante el último día de la guerra, principalmente en las seis horas que siguieron a la firma del armisticio, los adversarios en Frente Occidental sufrieron 10.944 bajas, de las cuales 2.738 fueron muertos. Poniendo estas bajas en perspectiva, durante el 6 de junio de 1944, el Día D de la invasión de Normandía, cerca de veintiséis años más tarde, el total de bajas de ambas partes ascendieron a 10.000. Por lo tanto las bajas del Día del Armisticio fueron cerca del diez por ciento superiores a las del Día D. Hubo, sin embargo, una gran diferencia. Los hombres que lucharon en las playas de Normandía estaban haciéndolo por la victoria. Los que murieron en el Día del Armisticio lo hacían en una guerra ya decidida” (Persico, Joseph E., Eleventh Month, Eleventh Day, Eleventh Hour: Armistice Day, 1918 World War I and Its Violent Climax, Random House, Nueva York, 2004, págs. 378 a 380). 
© Rubén A. Barreiro 2014

La frase de la semana 


"Todo esto está muy bien, pero, ¿quién es el General Moltke"


En ocasión de la batalla de Königgratz (Sadowa), durante la guerra Austro-Prusiana de 1866, el Jefe del Estado Mayor de Prusia, General Helmuth Karl Bernard von Moltke, envió a un oficial con órdenes para el comandante de una de las divisiones del ejército prusiano, ya empeñada en la gran batalla. La frase del comandante en cuestión, al enterarse de las órdenes, parece exorbitar la realidad, ya que es poco creíble que ignorara quién era el Jefe del Estado Mayor desde hacía casi diez años. Pero hay una explicación: recién a partir del 2 de junio de 1866 el Jefe del Estado Mayor pudo comunicar directamente sus órdenes operativas a quienes habrían de ejecutarlas, las que hasta ese momento eran transmitidas a través del Ministerio de Defensa. La guerra comenzó el 14 de junio. El Ministro de Guerra prusiano, Albert von Roon, pujaba ante el rey Guillermo por influir decisivamente sobre las actividades militares. Contaba para ello con la actitud de Moltke, indiferente a los cabildeos políticos, de carácter de retraído y volcado totalmente a su tarea en el Estado Mayor, con la cual, junto a Bismarck, fue el artífice del proceso político-militar de unificación alemana, que culminó en 1871. Por cierto, fue a partir del triunfo sobre Austria que Moltke, "sorpresiva e inesperadamente", se convirtió en el más prominente de los consejeros militares del Rey Guillermo. 
© Rubén A. Barreiro 2014